«Mi gesto se vuelve hacia el cuerpo humano, ‘esa zona erógena plena’, hacia sus sensaciones más huidizas y fugaces. Quiero glorificar lo transitorio en los pliegues de nuestros cuerpos, en las huellas que deja nuestro paso terrenal» – declaraba Alina Szapocznikow en 1972.
Un año antes, con la ayuda del fotógrafo Roman Cieślewicz, había documentado veinte de sus encías masticadas. Expuestas sobre bloques de piedra, las expresivas autofotos realizadas con un material tan inusual y «bajo», aunque permanecen un tanto al margen del canon de su obra, son uno de los manifiestos más modestos, pero paradójicamente más fuertes e íntimos, de una artista que coqueteó valientemente no sólo con la fotografía, sino sobre todo con el diseño.
Fue el cuerpo lo que condujo a Filomena Smola (n. 1999) al arte y luego a trascenderlo con obras que, aunque escultóricas, pueden usarse, llevarse a los labios o lucirse en la mano. «Desde niña necesitaba impulsos fuertes, estimulación constante para entenderlos mejor, para saber dónde estaban mis límites, dónde empezaba el hambre y la sobreestimulación. El movimiento y el tacto me enseñaron a tomar conciencia del cuerpo».

De la pintura, o más bien de la pintura de acción, pasó al vidrio. En Estados Unidos, donde emigró para trabajar en una acería siguiendo el espíritu del American Studio Glass Movement, en salas calentadas hasta cuarenta grados centígrados, con adrenalina constante, en una «danza» con una tibia sobre la que lleva una masa semilíquida, experimentó una integración total consigo misma y con el material. Se ha convertido en una de las pocas sopladoras que impulsan las formas no sólo con el gesto, sino con su propia respiración.
Hoy, en sus obras, procesa recuerdos, reelabora y reinterpreta antiguos paisajes domésticos; evoca relaciones cercanas, el recuerdo de personas y lugares que ya no están, que ella define como los cimientos del lenguaje, y de la identidad en sentido más amplio. En este material frágil y delicado, confiesa su añoranza, pero también busca la armonía y el equilibrio, registra lecciones sobre la atención al aquí y ahora, y domestica la pérdida codificada en el cristal: «Me interesa una belleza que no la evite, sino que la acepte y se convierta en parte de ella. Para mí, no es un ideal abstracto, sino algo profundamente arraigado en la vida cotidiana», afirma Filomena Smoła.
La exposición Burning Beauty es un encuentro de artistas que se encuentran a distancias generacionales de distancia, pero extremadamente cerca – artistas femeninas que hablan con una clara voz femenina y que han hecho de sus propios cuerpos una herramienta de expresión artística. Sus objetos son recuerdos privados del contacto con el medio, una experiencia sensual en la que involucran al espectador. Szapocznikow y Smoła, partiendo de lo efímero de la materia, la trasladan a otra dimensión existencial, en la que la existencia está inextricablemente entrelazada con la fugacidad.
01 OCTUBRE – 28 NOVIEMBRE 2025
Lugar: Galería OBJEKT
Comisarios: Aleksandra Krasny, Anna Grunwald
Escenografía: Zofia Kozłowska
Colaboradores: Lalou Wine Bar, Perrier

















