Klara Ostrowska, diseñadora de interiores, ha creado un espacio lleno de diseño sofisticado que combina distintas épocas y estilos. Su amor por los iconos del diseño contemporáneo y la singular historia del edificio, ejemplo de la arquitectura modernista de los años 30, le sirvieron de inspiración para amueblar este piso de 150 metros cuadrados situado en una de las casas adosadas de Cracovia. El interior se creó a partir de una armoniosa combinación de elementos modernistas, art déco y acentos ingleses y franceses.
La historia de este proyecto empezó con las sillas Philippe Starck, que el arquitecto descubrió en Bélgica. Las originales de los años 80, creadas para el Café Costes de París, con su cálida chapa de madera, se convirtieron en el punto de partida de la combinación de colores de todo el piso. Esta base estilística se desarrolló en la selección del mobiliario, los tejidos y los detalles, que completaron la visión de un interior cálido y acogedor.

El piso, situado en el edificio Aleksandrowicz de la calle Sereno Fenna 6, cautivó a Klara por su singularidad. La planta triangular, los detalles modernistas y las elegantes referencias al art déco diferenciaban el edificio de otros ejemplos de la arquitectura cracoviana de antes de la guerra. Aunque el espacio necesitó varias modificaciones y adaptaciones para satisfacer las necesidades de una familia moderna, consiguió conservar su carácter original.

En el diseño interior, Klara Ostrowska combinó distintas épocas y estilos. En el salón, junto al moderno sillón Sejour de GUBI, había reliquias familiares: dos sillas del siglo XVIII, que ganaron ligereza y frescura gracias a su brillante tapizado. Un aparador minimalista de palisandro se yuxtaponía a un espejo del siglo XVIII, y en el estudio había un aparador y una mesa de caoba holandesa diseñados por Isamu Noguchi.

La elección de los colores fue uno de los mayores retos. En el dormitorio, las paredes rosas armonizan con la chapa de roble y las cortinas de terciopelo marrón anaranjado. Un elemento clave es el biombo francés Baumann Paris de los años 30, que actúa como una escultura y contrasta con la sencillez del mobiliario. Los acentos granates, como los ramilletes del suelo de la cocina y el armario, el espejo del pasillo y las patas del escritorio Compas, añaden profundidad y cohesión al interior.

La cocina es un ejemplo de sutil unión de tradición y modernidad. Los frentes de Farrow & Ball en azul paloma se yuxtaponen a los clásicos azulejos estilo tojo en rojo crema. Estos detalles se combinan con los elementos originales de la escalera para acentuar la armonía con el alma del edificio.

La renovación llevó mucho tiempo, entre otras cosas porque las obras se supervisaron desde Varsovia. Como admite el arquitecto, lo más difícil es diseñar para uno mismo. El interior de la casa de sus sueños sigue evolucionando y la historia del piso aún se está escribiendo: Klara está deseando introducir nuevas antigüedades y accesorios para complementar el espacio, repleto de bellos objetos, arte y recuerdos familiares.
Diseño: Klara Ostrowska, KW Studio
Fotografía: ONI STUDIO
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