Combinar lo antiguo y lo nuevo de la forma adecuada no es tarea fácil. Sobre todo cuando se trata de un edificio de varias plantas en un terreno pequeño y estrecho en pleno centro de la ciudad. Veamos cómo Paulo Merlini Architects abordó esta tarea.
La intención de los clientes, que se dirigieron a Paulo Merlini Arquitectos, era crear un edificio residencial con estudios y pisos de un dormitorio. El primer reto era un terreno de forma trapezoidal de sólo 88 metros cuadrados. Su fachada sólo mide 5,5 metros de largo y se estrecha hasta una anchura de 2 metros.
«Teniendo en cuenta la tipología de la parcela, situamos la escalera en la parte central del volumen, liberando los alzados y optimizando así la captación de luz natural en el interior de los pisos. Una lógica de distribución recurrente en este tipo de parcelas en la ciudad de Oporto. Para aprovechar al máximo el solar, creamos una tipología compleja de simplex y dúplex a partir de la segunda planta e integramos un pequeño espacio comercial en la primera planta, reforzado por un patio en el alzado posterior.» – comienzan los arquitectos
De este modo, se ha podido reducir el espacio destinado a pasillos (superficie no vendible) optimizando la superficie de los pisos, creando hasta once unidades en el interior con una superficie total de 649 metros cuadrados. Y lo que es más importante, los pisos individuales varían en sus tamaños y distribuciones, lo que ha permitido adaptar la oferta a diferentes necesidades y bolsillos.
«A pesar de la diversidad y para que la obra se realice fácil y correctamente, nos hemos preocupado de estandarizar los elementos que la componen» – añadir Paulo Merlini Arquitectos
Teniendo en cuenta el pequeño tamaño de los pisos y con el fin de «agrandar» ópticamente los interiores, se creó una fachada irregular de arcos de hormigón entrelazados para dar más dinamismo a la masa.
La elección de los arcos tiene un doble objetivo. Por una parte, contribuyen a aportar elegancia a la fachada al unir los elementos que la componen, mientras que, por otra, aprovechan el hecho de que el arco es el elemento arquitectónico que mejor se adapta a la forma de la masa, reforzando el carácter enfático del conjunto.
«Para garantizar la intimidad de los residentes, creamos parterres con una altura de 0,80 m, que bloquean los ejes de visión desde la calle, aportan un confort adicional al interior de la tipología y ayudan a componer la fachada mediante el contraste entre elementos naturales y hormigón.
En la fachada principal, los arcos definen los huecos de acceso a los pequeños balcones, de 0,60 m de profundidad, también típicos de la ciudad de Oporto. De este modo, hemos conseguido un edificio que, aunque estéticamente muy distintivo, reinterpreta la historia, inspirándose en la lógica muy específica de la tipología típica de la ciudad» – concluyen los arquitectos
fuente: Paulo Merlini Arquitectos / www.paulomerlini.com
fotos: Estudio Ivo Tavares / www.ivotavares.net
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