En la dirección Lwowska 15 de Varsovia se alza una casa de vecindad que ha resistido el paso del tiempo durante más de un siglo. Su inusual silueta es obra del arquitecto escocés Arthur Gurney, que la diseñó en 1911-1912. Aunque el edificio sobrevivió a los tiempos turbulentos del siglo XX, como guerras, cambios de régimen o nacionalizaciones, no ha perdido su carácter. Hoy vuelve a brillar gracias a la renovación integral de su fachada, realizada con financiación del Ayuntamiento de Varsovia.
La casa de vecindad del número 15 de la calle Lwowska también se conoce como «Bajo el halcón» por el bajorrelieve que representa precisamente a esta ave. El edificio es uno de los ejemplos más valiosos de la arquitectura de Varsovia, no sólo por su bien conservada distribución interior y sus detalles, sino sobre todo por su singular fachada de múltiples facetas. Esta inusual fachada es un peculiar collage de estilos. El alzado frontal del edificio es una verdadera obra de arte. Las superficies están revestidas con una gran variedad de revocos: desde zócalos rústicos, parecidos a bloques de piedra, pasando por los planos estriados de las plantas intermedias, hasta el revoco rugoso proyectado de las plantas superiores. También hay superficies lisas en los balcones y buhardillas, que crean un contrapunto con las demás texturas.
El diálogo arquitectónico se enriquece con decoraciones realizadas con gran precisión, como columnas fundidas y dibujadas, mascarones, motivos animales y ornamentos florales. Todo se enriquece con originales carpinterías de ventanas y finos trabajos de metalistería: balaustradas y parterres. Llama especialmente la atención la forma irregular del edificio, con numerosos vanos, fallas y hasta seis tipos diferentes de balcones. Una curiosidad es la ausencia de una puerta de entrada tradicional, típica de las casas adosadas de principios del siglo XX. Desgraciadamente, la diversidad de formas y materiales resultó ser el talón de Aquiles del edificio. El tiempo y las inclemencias meteorológicas no perdonaron a la fachada, provocando humedad, óxido y erosión del enlucido. Empezaron a desprenderse fragmentos de los detalles, poniendo en peligro a los transeúntes. Por ello fue necesario instalar redes de protección, una solución ad hoc, pero nada estética.
El edificio no recibió una renovación integral durante décadas. El gran avance no se produjo hasta 2024, cuando, con el apoyo de la ciudad por valor de 342.000 zlotys, se inició una renovación a fondo de la fachada. El alcance de los trabajos incluía, entre otras cosas, eliminar las causas de los daños, especialmente en zonas sensibles como los balcones, asegurar la estructura contra el agua, reconstruir los fragmentos que faltaban y refrescar el enlucido y la decoración. ¿El resultado? Impresionante. La fachada renovada no sólo ha recuperado su antiguo esplendor, sino que también ha garantizado la seguridad del edificio durante décadas. El número 15 de la calle Lwowska vuelve a atraer las miradas y nos recuerda que Varsovia esconde auténticas perlas arquitectónicas.
Fuente: Ayuntamiento de Varsovia
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