La Catedral de la Santísima Virgen María de Tokio es una de las obras más importantes de la arquitectura sacra del siglo XX en Japón. Se construyó como símbolo de renacimiento tras la catástrofe de la II Guerra Mundial, que convirtió muchas ciudades japonesas, entre ellas Tokio, en un mar infinito de escombros. En la actualidad, el templo inspira una admiración perdurable por su forma inusual y su atmósfera espiritual y mística.
Del gótico al modernismo
La primera catedral católica de Tokio se construyó en 1899 en un estilo que recordaba al gótico. La iglesia de madera sobrevivió al gran terremoto de 1923, pero fue destruida durante los bombardeos de la capital en la II Guerra Mundial. Los fieles se reunieron durante los años siguientes en capillas improvisadas, que incluían un cuartel y salones escolares, hasta que en la década de 1950 algunas de las funciones de la catedral se trasladaron a las iglesias supervivientes. Con motivo del centenario de la reintroducción del catolicismo en Japón, la archidiócesis de Tokio convocó un concurso para diseñar una nueva catedral. Participaron algunos de los arquitectos más distinguidos de Japón, y el ganador fue Kenzō Tange. Su propuesta destacó por su moderna forma cruciforme y el uso de una estructura de hormigón armado de paredes delgadas.

El auge de la catedral moderna
La construcción comenzó en abril de 1963 y terminó en diciembre de 1964. El templo consta de ocho enormes muros de hormigón que hacen las veces de tejado y fachada. Sus curvas hiperbólicas se abren hacia el cielo, formando una planta cruciforme en planta. Al oeste de la catedral se ha erigido un campanario exento de más de 61 metros de altura. En 1970, Kenzō Tange recibió la condecoración papal de la Orden de San Gregorio Magno en reconocimiento a su diseño de la catedral. En este lugar se celebró el funeral del arquitecto en 2005.
La catedral de la Santísima Virgen María de Tokio, un juego deluces y formas
La catedral destaca por su inusual juego de luces. El interior está iluminado por estrechos acristalamientos entre los muros y una claraboya en forma de cruz en el tejado. Aunque el espacio es relativamente oscuro, el contraste de luces y sombras realza su simbolismo religioso. Los muros exteriores del edificio están revestidos de acero inoxidable, que refleja los rayos del sol como un manto metálico. Esto confiere ligereza al templo y cambia su aspecto según la hora del día. La impresión de movimiento se ve reforzada por las alas asimétricas de la estructura, cuyo punto más alto alcanza casi 40 metros.

Interior y equipamiento
El sótano utiliza bloques de piedra para contrastar con el revestimiento metálico de las fachadas. Se accede a la catedral por una zona de entrada con un techo más bajo, que conduce a los fieles al espacio litúrgico principal. En 2004 se instaló en la catedral un nuevo instrumento, un potente órgano fabricado por la empresa italiana Mascioni, perfectamente adaptado a la acústica del interior.
Catedral de Tokio de la Santísima Virgen María – patrimonio e importancia
Es un hecho que algunos críticos valoraron la catedral como una obra fallida de Tange. En cambio, muchos de los estudiosos actuales de la arquitectura la consideran uno de los logros más importantes de su obra. El templo aúna la tradición sagrada occidental con la sensibilidad espacial japonesa para crear un lugar atemporal.
Fuente: archdaily.com, tokyo.catholic.jp
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