Wystawa w Małej Baszcie „Miasteczko wawelskie” - ludzie i rzeczy.

«La ciudad de Wawel – nueva exposición permanente en el castillo de Wawel

En la colina de Wawel de Cracovia, un lugar profundamente arraigado en la historia del Estado polaco, se abre un nuevo capítulo de la narrativa del museo. A partir del 11 de abril, los visitantes del Castillo Real de Wawel podrán explorar la exposición permanente titulada «Ciudad de Wawel», preparada por la conservadora Dra. Magdalena Młodawska en colaboración con Jolanta Lasek, del Departamento de Arqueología. Situada en la terraza y en los espacios de la Torre Pequeña, la exposición transporta al espectador a un mundo que, aunque ausente físicamente, sigue vivo en la memoria de los objetos.

Una historia sacada del olvido

La exposición está dedicada a una parte poco conocida pero sumamente fascinante de la historia de Wawel, la comunidad que antaño vivía en el patio de armas. El pueblo del castillo de Wawel, bárbaramente destruido por la administración austriaca en el siglo XIX, era un organismo vibrante: hogar del clero, los sirvientes reales, los escolares, los burgueses y los más pobres. Aunque ha desaparecido del espacio urbano, su patrimonio se conserva en objetos arqueológicos y recuerdos grabados en las cosas cotidianas. Esta exposición es una historia sobre las personas. Sus quehaceres cotidianos, pequeñas alegrías, preocupaciones y sueños. Objetos como zapatos de niño, moldes de pasteles, juguetes de madera, pipas de arcilla o humildes tinteros hablan con la sutil pero conmovedora voz del pasado. Muchos de ellos se presentan al público por primera vez. Sacados de sus almacenes, cobran nueva vida en el espacio museístico.

Exposición en la Torre Pequeña «Ciudad de Wawel» – personas y cosas

Tres niveles de vida – la estructura de la exposición

La exposición se distribuye en tres plantas de la Mala Baszta. Su escenografía minimalista acentúa el protagonismo y la singularidad de los objetos expuestos, permitiéndoles ser los principales narradores de la historia. En lugar de una cronología, los visitantes son guiados a través de los rituales de la vida cotidiana: del trabajo al estudio, pasando por el ocio y la oración. Una maqueta tridimensional de la ciudad permite reconstruir su topografía y encontrar, por ejemplo, la escuela de la catedral, los edificios residenciales o el despacho del alcalde. Objetos literarios, utensilios de cocina, objetos de devoción o elementos de indumentaria cuentan la historia de un mundo que ha pasado, pero que ha dejado una huella inconfundible.

Infancia entre muros

Un lugar especial de la exposición está dedicado a los niños, sus juguetes, juegos y vestimentas. Muñecas en miniatura, caballitos de barro, astrágalos o tableros de juego recrean un mundo de imaginación y actividad infantil, cuyos ecos parecen resonar aún entre las torres. Los pequeños zapatos de suave cuero no sólo son conmovedores, sino también un recordatorio de las desigualdades sociales que también formaban parte de este microcosmos.

Hucha de barro con vidriado de plomo en forma de «jabalí», siglo XVIII

Ciudad de Wawel: los objetos como testigos

«El pasado ilustrado en la exposición Miasteczko Wawelskie incluye objetos, hallazgos arqueológicos, despojados de su propia voz, que reciben la voz de los historiadores. Los objetos aquí presentados proceden de la zona de la colina de Wawel. Fueron descubiertos durante trabajos de excavación. Tienen el estatus de auténticos testigos del pasado, aunque los pequeños objetos expuestos, dañados por el tiempo, a menudo parecen desprovistos de valor artístico. La materialidad, sin embargo, tiene el poder de estimular los sentidos, la imaginación y la reflexión, recordándonos siglos y pueblos pasados, el misterio de su destino», subraya la Dra. Magdalena Młodawska, conservadora, jefa del Departamento de Lapidarium y Reservas. Cada exposición tiene una carga emocional, ya que es un testimonio de la vida de personas no descritas en los libros de texto, pero no por ello menos importantes para la historia de Wawel y Cracovia. La exposición muestra la diversidad social de los habitantes: desde los eruditos, pasando por los sirvientes, hasta los más pobres. Uno puede asomarse a una farmacia del siglo XVI, a una cocina real o a una habitación con una simple mesa y un plato de sopa. Cada uno de estos fragmentos crea un mosaico de la vida cotidiana.

Rastros de humo: la historia escrita en pipas

Uno de los aspectos más destacados de la exposición es la impresionante colección de más de 900 pipas, una de las mayores de su clase en Polonia. Estos delicados objetos de arcilla no sólo documentan los momentos de esparcimiento de los antiguos habitantes, sino que también conservan las huellas físicas de su presencia, como depósitos, huellas y bordes quemados. Su elocuencia es casi íntima, como el último humo de pipa que aún flota sobre la antigua ciudad.

«Cabeza de turco» – cabeza de pipa de arcilla, doblada, de color grafito, pulidamente pulida, ¿Hungría?, siglo XIX

La ciudad de Wawel – una exposición con corazón

«Esta es, creo, una de las exposiciones menos obvias del castillo de Wawel y la más prosocial que hemos creado. Creo que a muchos de nuestros visitantes les sorprenderá esta dimensión de la exposición, que no se refiere ni al arte elevado ni al esplendor de la monarquía polaca», señala el profesor Andrzej Betlej, director del Castillo Real de Wawel.

Fuente: Castillo Real de Wawel

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