La gran remodelación de París según el plan del barón Georges-Eugène Haussmann fue una de las reformas urbanas más significativas y controvertidas de la Europa del siglo XIX. La transformación de la ciudad, que pasó de ser una metrópoli medieval hacinada a una moderna Ciudad de las Luces, cambió no sólo su aspecto, sino también su estructura social, económica y cultural.
Antes de la reforma de Haussmann, París era una ciudad densamente poblada, peligrosa y caótica. Calles estrechas, oscuras y sinuosas creaban laberintos que no sólo eran difíciles de recorrer, sino que también fomentaban la propagación de enfermedades y la pobreza. Los barrios obreros superpoblados, la falta de alcantarillado y el suministro inadecuado de agua fueron el origen de epidemias de tifus y cólera.
París en 1828. Fuente: C. V. Monin HUGO, Jean Abel – Conde, Sin restricciones, vía Wikimedia Commons
En 1853, Napoleón III confió a Georges-Eugène Haussmann la tarea de transformar radicalmente París. La reconstrucción de la ciudad duró más de dos décadas y su objetivo era modernizar las infraestructuras, reconstruir la ciudad, mejorar la movilidad y realzar la estética de la capital francesa. Haussmann se centró en la construcción de un moderno sistema de alcantarillado, acueductos y depósitos de agua, que contribuyeron a mejorar el saneamiento y la calidad de vida de la población. Miles de edificios fueron derribados para dar paso a amplios bulevares, espaciosas plazas y estructuras monumentales.
Reurbanización de París – demolición entre las calles Échelle y Saint Augustin, hacia 1870. Foto de Charles Marville, dominio público, vía Wikimedia Commons
La isla de la Cité en 1771 y en la actualidad. Muchos edificios históricos fueron eliminados como parte de la remodelación. Foto Bibliotheque Nationale de France, dominio público, vía Wikimedia Commons y Starus, CC BY-SA 4.0, vía Wikimedia Commons
Las nuevas avenidas facilitaron la circulación tanto de personas como de mercancías, además de tener una importancia estratégica para el ejército, ya que le permitían sofocar con mayor eficacia posibles disturbios. Al mismo tiempo, París adquirió un aspecto coherente y elegante con fachadas uniformes de casas adosadas, nuevos parques verdes como el Bosque de Borbón y plazas representativas. La remodelación total incluyó también nuevas iglesias, puentes, estaciones, hospitales o teatros.
[Caption id=»attachment_269821″ align=»aligncenter» width=»1600″] Ópera Garnier. Fotografía de Peter Rivera, CC BY 2.0, vía Wikimedia Commons[/caption]
Basílica de Santa Clotilde. Foto de Lukke, CC BY-SA 3.0, vía Wikimedia Commons
Estación de Lyon. Foto de AlNo, CC BY-SA 3.0, vía Wikimedia Commons
Iglesia de San Agustín. Fotografía de Gérard Janot, vía Wikimedia Commons
Las transformaciones llevadas a cabo por Haussmann tuvieron efectos significativos. París se convirtió en una de las ciudades mejor diseñadas y más limpias de Europa, con amplios bulevares, espacios verdes y una arquitectura armoniosa que le daban un carácter único. La salud pública mejoró y las epidemias que antes asolaban la ciudad se hicieron menos frecuentes gracias a las modernas infraestructuras de saneamiento. Los residentes también tuvieron acceso a nuevos espacios públicos que fomentaron la integración social.
[Caption id=»attachment_269808″ align=»aligncenter» width=»1600″] Calle Monge, hacia 1870. Fotografía de Charles Marville, dominio público, vía Wikimedia Commons[/caption]
Sin embargo, las reformas de Haussmann también fueron controvertidas. Muchos criticaron la demolición de barrios medievales, que supuso un daño irreparable para el patrimonio cultural de la ciudad. La reurbanización también contribuyó a la segregación social, empujando a los residentes más pobres a las afueras de París, mientras que los distritos centrales se convirtieron en espacios para la clase alta. Además, los amplios bulevares se consideraron una herramienta de control social, al facilitar el rápido movimiento de tropas.
Demolición de edificios medievales en la Isla de la Cité, 1862. Foto Brown University Library, dominio público, vía Wikimedia Commons
Haussmann, que contaba con el pleno apoyo de Napoleón III, llevó a cabo sus proyectos sin restricciones financieras, gastando entre 50 y 80 millones de francos anuales. Los costes de ejecución de las obras sólo se recuperaron parcialmente mediante la venta de terrenos a nuevos propietarios, lo que dio lugar simultáneamente a una especulación a gran escala.
Galería Lafayette, Haussmann, 1900. Foto de dominio público, vía Wikimedia Commons
A partir de 1860, la situación empezó a complicarse. Los parisinos, cansados de las largas obras y de su incapacidad para influir en las decisiones, apoyaban cada vez más las inversiones con fondos privados. Su descontento fue en aumento, lo que debilitó aún más el apoyo público a la controvertida remodelación de la ciudad.
DiscoA340, CC BY-SA 4.0, via Wikimedia Commons
Cuando se cerró el presupuesto de las obras en 1870, se supo que el proyecto había acabado con un déficit de mil quinientos millones de francos. Esta enorme deuda desencadenó una oleada de críticas feroces, una de las más sonadas fue la de Jules Ferry, autor del panfleto Las fantásticas sumas de Haussmann. Finalmente, justo antes del colapso del Segundo Imperio, Haussmann fue despojado de su cargo, cerrando simbólicamente la era de su gobierno en París.
Centro de París. Foto Google Maps
El París de hoy no sería la misma ciudad sin la visión de Haussmann. Sus amplios bulevares, elegantes casas adosadas, espaciosas plazas e innovadoras soluciones de infraestructura dieron a la ciudad un aspecto y una funcionalidad distintivos que inspiran a urbanistas de todo el mundo. A pesar de las numerosas controversias, Haussmann sigue siendo un símbolo del enfoque moderno de la planificación urbana.
Hoy, las autoridades parisinas intentan corregir ciertos aspectos de su visión, como el predominio del tráfico rodado, fomentando espacios aptos para los peatones.
Fuente: theguardian.com, re-thinkingthefuture.com
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