En una de las capitales europeas más concienciadas con el medio ambiente se levanta una instalación que, para muchos, podría considerarse una planta ordinaria de tratamiento de residuos. Pero la planta incineradora de Spittelau, en Viena, es mucho más que eso: es una combinación de tecnología avanzada, arquitectura innovadora y visión artística. El edificio, que llama la atención por su forma colorista e imaginativa, es un elemento importante de la infraestructura de la ciudad y uno de los ejemplos más reconocibles de diseño ecológico en Europa.
De función industrial a icono urbano
La planta incineradora de Spittelau (en alemán: Müllverbrennungsanlage Spittelau) se inauguró en 1971 en el emplazamiento de la antigua casa de máquinas y estación de bombeo de las obras hidráulicas Kaiser Ferdinand. Las instalaciones se construyeron en la zona norte del distrito 9 de Viena, junto al canal del Danubio y la línea de ferrocarril Franz Josef. El objetivo original de la central era suministrar energía térmica al Nuevo Hospital, situado a unos dos kilómetros. Desde el principio desempeñó un papel importante en el sistema energético de la ciudad, pero su importancia creció con el desarrollo de la red de calefacción urbana. En la década de 1980, la incineradora fue objeto de varias modernizaciones. En particular, se mejoró el sistema de tratamiento de gases de combustión, con la instalación, entre otras cosas, de un lavador húmedo y equipos de desnitrificación y neutralización de dioxinas. Sin embargo, la verdadera transformación, no sólo tecnológica sino también visual, tuvo lugar tras el gran incendio de 1987.
Hundertwasser y la revolución estética de la incineradora de Spittelau
Tras el incendio, la forma exterior del edificio se rediseñó ampliamente. El artista austriaco Friedensreich Hundertwasser, conocido por sus formas vanguardistas y orgánicas y su fuerte aversión a los ángulos rectos, fue el autor del concepto de la nueva fachada. En la realización del proyecto contó con la ayuda de los arquitectos Peter Pelikan, Alexander Marchart, Roland Moebius y el estudio Waagner-Biro. La nueva forma de la incineradora le dio una expresión completamente diferente. El edificio se convirtió rápidamente en un símbolo contemporáneo de armonía entre tecnología, arte y ecología. El edificio, antes austero y típicamente industrial, adquirió una fachada colorista y desigual, cúpulas doradas y detalles asimétricos. Uno de los elementos más distintivos fue el «casquete» de la chimenea, resultado de una reacción espontánea de Hundertwasser, que en un arrebato de frustración creativa lanzó: «¡Voy a estrellar mi sombrero contra esto!». En lugar de rechazar la idea, los diseñadores decidieron hacerla realidad.

Tecnología oculta tras el arte
Bajo la fachada de cuento de hadas de la incineradora se esconde una infraestructura impresionante. La planta puede procesar hasta 260.000 toneladas de residuos al año, produciendo aprox. 470.000 MWh de calefacción urbana y 40.000 MWh de electricidad, suficiente para calentar más de 60.000 hogares vieneses. La incineradora funciona como una de las tres plantas de conversión térmica de residuos propiedad de Wien Energie y suministra calor al 22% de toda la red municipal. Además, puede generar hasta 400 MW de calor en cinco calderas de gas para cubrir los picos de demanda. Es importante destacar que, a pesar de su intenso funcionamiento, la central se somete periódicamente a actualizaciones tecnológicas y cumple estrictas normas medioambientales. En 2009, las emisiones de dióxido de carbono ascendieron a 26.593 toneladas, un nivel relativamente bajo para esta escala de funcionamiento.
La incineradora de Spittelau, una inspiración para el mundo
La planta de Viena se ha convertido en un modelo para proyectos similares en otras partes del mundo. En Osaka (Japón) se construyó una incineradora inspirada en el proyecto de Spittelau, también colorida, poco evidente y que integra arte e industria. Este planteamiento pone de manifiesto un cambio en la concepción de la arquitectura industrial: no tiene por qué ser meramente funcional, también puede configurar el espacio público y darle un carácter artístico.
Fuente: wien.info, wienenergie.at
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