Ha sido remodelada y ampliada. De la nueva vida de la casa unifamiliar se han encargado los arquitectos del estudio Pelletier de Fontenay. El edificio está situado en Montreal (Canadá) y, enclavado en un paisaje pintoresco, se ha convertido en el lugar soñado por los propietarios para vivir.
El edificio está rodeado de vegetación. Se trata de una casa antigua construida originalmente en 1908 y modestamente ampliada en los años cincuenta. La casa ha permanecido prácticamente inalterada desde entonces. Con sus sólidos muros, su maciza geometría y sus grandes chimeneas, se asemejaba más a una pequeña casa solariega que a una casa de campo tradicional. En el interior, las pequeñas ventanas y la inusual distribución hacían que el espacio pareciera incómodo y estrecho, mientras que en el exterior, los muros de piedra desiguales se fundían en una sola forma con el mortero de cemento gris. El encanto de la piedra había desaparecido. Los arquitectos decidieron sacarlo a relucir.
La tarea de los arquitectos consistía en conservar todo lo posible del edificio y la estructura originales, al tiempo que rediseñaban la distribución interior. Además, los diseñadores debían ampliar la superficie de la planta baja y conectar el edificio con el paisaje circundante.
Un reto considerable fue combinar los tres periodos diferentes de construcción en un todo coherente. En lugar de crear un lenguaje contrastado con los nuevos elementos o intentar imitar edificios históricos, los diseñadores optaron por una estética atemporal. Los muros y el tejado de la ampliación de la planta baja son profundos y gruesos, una referencia a la estructura antigua. La parte nueva, baja, permitió mantener intactos los tejados a dos aguas existentes.
Al diseñar la fachada, los arquitectos utilizaron revestimientos de cemento blanco para cubrir todas las fachadas, tanto las antiguas como las nuevas, así como todas las paredes del interior de la casa. El color de la fachada hace que la casa blanca destaque sobre la frondosa vegetación en verano y se funda con el paisaje nevado en invierno.
Durante las obras se renovaron los muros históricos, se sustituyeron las puertas y ventanas dañadas por otras nuevas, de madera y aislantes. Se restauraron las chimeneas originales, cuyos trabajos fueron realizados por canteros locales. En la medida de lo posible, los arquitectos eligieron materiales locales. En el salón se conservaron y reutilizaron algunas de las vigas originales.
La metamorfosis de la casa de Canadá es un buen ejemplo de cómo combinar la arquitectura antigua con la nueva. Eligiendo materiales de alta calidad y empleando soluciones bien pensadas, es posible conseguir que los edificios antiguos duren décadas con éxito.
fotos: James Brittain
diseño: Pelletier de Fontenay
fuente: v2com
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