fot. Imre Csany

Un estadio como un castillo medieval. Pancho Arena en Hungría

El Pancho Arena, en la pequeña localidad húngara de Felcsút, parece como si alguien hubiera encerrado un gran terreno de juego en medio de un castillo medieval. Esta insólita instalación deportiva se construyó en 2014 según los planos del pionero húngaro de la arquitectura orgánica Imry Makovecz. La arquitectura del estadio combina un aspecto medieval con una funcionalidad moderna. Las impresionantes y expresivas formas de madera pretenden acercar a los espectadores a la naturaleza. Curiosamente, el nombre «Pancho Arena» conmemora a uno de los futbolistas más destacados de la historia del fútbol húngaro y mundial: Ferenc «Pancho» Puskás.

Felcsút es un pueblo situado a unos 40 km al oeste de Budapest. La instalación deportiva del pueblo es un estadio grande y moderno con capacidad para 3.800 personas. El Puskás Akadémia FC, que juega en la máxima liga húngara, utiliza las avanzadas instalaciones del recinto. El club es muy popular, pero la verdadera estrella de Felcsút es el estadio y su impresionante arquitectura.

El campeón húngaro

Nacido en 1935, Imre Makovecz es reconocido como un maestro de la arquitectura orgánica húngara. Se inspiró sobre todo en la filosofía arquitectónica de Frank Lloyd Wright, que quería conectar al hombre y la naturaleza con sus diseños. Las casas de Wright se integraban armoniosamente en su entorno con sus formas y colores. Makovecz, en cambio, añadía toques folclóricos a esta idea. A menudo, las formas y motivos paganos adquirían un nuevo significado en las iglesias y casas diseñadas por el arquitecto húngaro. Por eso, los diseños de Makovecz recuerdan a posadas o fortificaciones medievales. El estadio de Felcsút pretende ser una especie de arena sagrada para los héroes del deporte.

El maestro murió en 2011, y sus dibujos del estadio solo se hicieron realidad a través de su alumno Tamás Dobrosi. Desde el exterior, el edificio ya intriga por su forma monumental y misteriosa. Las formas dinámicas del tejado negro suben y bajan uniformemente, todo ello apoyado en una base de hormigón. Este esquema cromático puede recordar a algunas personas a casas rurales pintadas o posadas con paredes encaladas y papel de alquitrán en los tejados. Debajo del gran tejado, surgen detalles de cobre y columnas de madera que presagian el «bosque» interior.

foto Puskas Akademia

Fósforo bajo las ramas

Los visitantes del estadio son recibidos por un vestíbulo alto con techo y vigas de madera. El interior está inundado de luz, gracias a los grandes ventanales y claraboyas integrados en las torretas abovedadas. Destacan las inspiraciones florales del edificio, como las torrecillas revestidas de cobre que recuerdan a flores abriéndose. Los motivos vegetales también están presentes en las barandillas de la entreplanta. El estadio pretende ser como un organismo vivo, por lo que sus muros y columnas son ligeramente curvos y dinámicos.

El volumen monumental oculta el terreno de juego, las gradas y las marquesinas que recuerdan las densas ramas de los árboles. La cubierta se apoya en vigas curvadas asentadas sobre una base de hormigón. La madera está dispuesta armoniosamente en un bosque simétrico. Las gradas tienen secciones separadas para VIP y periodistas, y el estadio cumple todos los requisitos de la UEFA.

foto de Gyorgy Denes

Academia de cuento de hadas

En el complejo de la Academia Puskás también hay otras instalaciones de entrenamiento. Curiosamente, el pabellón deportivo cercano continúa con el tema del techo de vigas. Esta vez las «ramas» tienen un recorrido algo más dibujado y elevado, y las bases de hormigón son redondeadas. Cabe destacar que los jóvenes locales pueden entrenarse gratuitamente en las diversas instalaciones del moderno y bello complejo. La academia de jóvenes talentos ya cuenta con varios éxitos en su haber, y el Puskás Akadémia FC encabeza la tabla de la primera división húngara. El Pancho Arena es una inversión digna del nombre del medallista de oro de los Juegos Olímpicos de 1952. Ferenc «Pancho» Puskás.

Tamás Dobrosi consiguió transformar el pensamiento de Imry Makovecz en un estadio de cuento de hadas. Las formas orgánicas y el retorno arquitectónico al pasado folclórico de Hungría crean una belleza única que distingue al Pancho Arena de otros diseños contemporáneos. Fuera de Hungría, la herencia de la arquitectura orgánica nacional de Makovecz sigue siendo desconocida. Por eso merece la pena interesarse por otros proyectos del arquitecto, como la Iglesia del Espíritu Santo de Paks o el pabellón húngaro de la Exposición Universal de 1992.

Fuente: Tamás Dobrosi, Puskás Akadémia

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