Croydon Colonnade, un sendero cubierto del sur de Londres, es un espacio único que combina referencias históricas con artesanía moderna. Su diseño, cuidado hasta el más mínimo detalle, se inspira en dos elementos clave: la arquitectura de mediados del siglo XX y el majestuoso interior de la catedral de Durham.
Croydon Colonnade está situado en pleno centro urbano, rodeado de edificios de las décadas de 1950 y 1960. La arquitectura de estos años dejó una huella perdurable en la zona: por un lado, las formas elegantes y ordenadas de los edificios creados durante el Festival of Britain (una exposición y feria nacional que atrajo a millones de visitantes en todo el Reino Unido en el verano de 1951), y por otro, las formas austeras del Brutalismo que dominaron la arquitectura de los años 60. En concreto, los motivos tridimensionales característicos del Brutalismo se convirtieron en un importante punto de referencia para la forma y el diseño de la columnata. Esta fusión de dos épocas definió el diseño de los azulejos que decoraban este espacio único.
El motivo del rombo, popular en las construcciones brutalistas, influyó claramente en el diseño de los azulejos que decoran la columnata, introduciendo ritmos geométricos dinámicos que animan el espacio. A su vez, un motivo tomado de las formas del Festival de Gran Bretaña, símbolo de armonía y orden, influyó en el diseño de los azulejos «flecha», creando un interesante contraste y diálogo entre estilos.
La segunda referencia importante para el proyecto de la columnata de Croydon fue la famosa nave de la catedral de Durham. Este espacio monumental, conocido por su increíble ritmo y los motivos decorativos de rombos y zigzags en las columnas, fue una inspiración directa para el arquitecto. El diseño de la columnata consiguió reflejar no sólo el carácter rítmico de la nave, sino también los motivos que dan a toda la estructura un aspecto distinguido y elegante. Motivos decorativos alternativos, tomados de la catedral, definen el ritmo de la columnata, atrayendo la atención de los transeúntes e introduciendo sutiles referencias a las formas clásicas de la arquitectura sacra.
Uno de los elementos clave del diseño de la columnata de Croydon era crear un espacio que no sólo se fundiera estéticamente con su entorno, sino que también atrajera los sentidos de quienes lo recorrieran. La introducción de un degradado de colores pretendía conectar el edificio con el suelo de forma sutil y armoniosa. A la vista de los transeúntes, los intensos esmaltes de las baldosas introducen una atmósfera rica y envolvente, creando una conexión estética entre la arquitectura y quienes la transitan.
Originalmente, el diseño preveía que las baldosas fueran blancas, pero mientras se trabajaba en la columnata se decidió añadir colores para enriquecer la experiencia del usuario. En lugar de un blanco uniforme, a la altura de los ojos aparecen colores azules intensos que animan el espacio y crean una conexión más íntima y personal con la arquitectura.
Cada baldosa, aunque similar, se diferencia de las demás por pequeñas imperfecciones fruto de la producción artesanal. El esmalte se aplica de forma diferente en la superficie de cada pieza, lo que le da un aspecto orgánico. Como resultado, los peatones que caminan por la columnata experimentan un paisaje cambiante y vivo que revela detalles siempre nuevos con cada mirada.
Este enfoque artesanal es un desafío consciente a las superficies acabadas a máquina que dominan la arquitectura contemporánea. Croydon Colonnade ofrece algo muy diferente: una profundidad de color, textura e individualidad que convierte el recorrido diario por este espacio en un placer lleno de sorpresas.
Diseñado por Adam Nathaniel Furman
Fotografía: Gareth Gardner
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