En el corazón del histórico barrio de los Enfants Rouges de París, se ha creado un piso que combina tradición con elementos modernos para crear un espacio vital único. Al diseñar el interior, los arquitectos aprovecharon al máximo la inusual geometría del local, convirtiendo las limitaciones en ventajas.
La estrecha entrada se profundizó ópticamente con un cuarto de baño negro y espejos que no sólo amplían el espacio, sino que también ocultan elementos técnicos. Estos cuidados detalles garantizan que el primer paso en el interior evoca una impresión de amplitud y elegancia.
En el gran salón-comedor, que ocupa toda la anchura de la vivienda, confluyen diversas distribuciones, formas y colores. Cada línea y cada ángulo de este espacio dirigen la mirada en una dirección diferente, creando una impresión de dinamismo. Al fondo del salón se encuentra el dormitorio grande, que acentúa sutilmente la profundidad del espacio. En contraste, el dormitorio pequeño, situado cerca de la cocina, equilibra suavemente la distribución interior.
Cada rincón del piso ha sido cuidadosamente ajardinado. El salón está dominado por una gran variedad de muebles, desde aparadores colgantes hasta muebles bajos de madera alpina diseñados por Ettore Sottsassa, pasando por alféizares de roble aceitado en tono chocolate. La gama cromática interior, que combina el blanco, el gris, el negro y los marrones cálidos, crea un conjunto armonioso.
El suelo uniforme aporta coherencia y orden a todo el piso, contrastando suavemente con las baldosas de terracota originales conservadas y las vigas de madera del techo del salón. Estos detalles históricos recuerdan tiempos pasados y el carácter único del barrio de los Enfants Rouges, una de las zonas más antiguas de París.
La cocina, en un tono rojo ligeramente anaranjado, destaca por su acabado monocromo. Los elementos de acero del mobiliario reflejan los tonos cálidos de las paredes, creando un efecto sorprendente pero armonioso.
El mobiliario y la decoración subrayan perfectamente las intenciones arquitectónicas de los diseñadores. En la cocina, se aprecia el romanticismo italiano combinado con el frenesí creativo de Sottsass y su antidiseño. El salón, por su parte, combina acentos brutalistas con la elegancia posmoderna de los muebles de los años 50, mientras que la sencillez de las formas equilibra todo el conjunto.
Diseño: Studio Carré – Paul Levaillant
Fotografía: Oracle Paris – Clément Gérard
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