En el centro del encantador Cadaqués, una conocida localidad costera catalana, se ha llevado a cabo un proyecto de renovación de un edificio de más de 100 años de antigüedad que sirvió antaño como casa de pescadores. El edificio, que había permanecido olvidado durante los últimos años, ha sido ampliamente restaurado y transformado en una vivienda moderna y funcional, conservando su carácter original. Los arquitectos de Bea Portabella Jordi Pagès se enfrentaron a la tarea de conciliar las expectativas del propietario con los requisitos del responsable de conservación. No fue fácil, pero el resultado fue un lugar ideal para vivir, respetando al mismo tiempo el ambiente histórico de la propiedad de época.
La casa del pescador: historia y tradición
La casa tiene más de un siglo y ha desempeñado diversas funciones a lo largo de este tiempo. Originalmente perteneció a un pescador probablemente asociado a la Confraria de Pescadors de Cadaqués. Más tarde albergó una pensión y después funcionó en ella un puesto de la Guardia Civil. La sólida estructura de piedra, con muros de medio metro de grosor y techos tradicionales de madera, ha sobrevivido en bastante buen estado. Sin embargo, el paso del tiempo hizo necesaria una importante reforma y modernización.
Nueva organización del espacio
Durante las obras, se reforzó la estructura del edificio y se rediseñaron los interiores. La antigua distribución, poco práctica, se sustituyó por una división funcional en cuatro niveles. La planta baja, que conserva su característico techo abovedado, se utiliza como almacén de material náutico o sala de juegos. Gracias a la terraza y a la apertura del interior a la roca en la que se asienta la casa, se consiguió sacar luz natural, iluminándola considerablemente. La primera planta alberga una zona común con cocina, comedor y sala de estar. Romper los muros de carga permitió que entrara más luz y creó una sensación de apertura. La salida al patio proporciona un contacto directo con el entorno y una continuidad natural entre el interior y el exterior. La segunda planta, por su parte, es una zona privada con dormitorios y cuartos de baño, diseñada para la tranquilidad y el confort. El último nivel se abre a una terraza con vistas al mar, proporcionando un espacio perfecto para la relajación y la contemplación.

La casa del pescador – materiales y decoración
Los diseñadores decidieron aquí combinar elementos tradicionales con soluciones modernas. Para ello, se conservaron las baldosas de cerámica originales, que evocan la rica historia de la casa. Las paredes están acabadas con un enlucido de cal blanca, característico de la arquitectura mediterránea y que permite que el edificio respire en un clima húmedo. El contraste con el blanco lo aporta la madera de iroko, utilizada en la carpintería y el mobiliario hecho a medida. Este tratamiento confiere al interior calidez, claridad y elegancia.
Fachada de la casa y contexto urbano
A pesar de los importantes cambios introducidos en el interior, los arquitectos abordaron el exterior de la casa con gran respeto. La fachada ha sido meticulosamente restaurada y ha conservado su trazado original, lo que ha contribuido a mantener la coherencia con los edificios del Cadaqués íntimo. En su forma, el proyecto rememora la arquitectura local del siglo XX, al tiempo que demuestra que tradición y modernidad pueden complementarse y coexistir perfectamente.
Proyecto: Bea Portabella Jordi Pagès
Ubicación del proyecto: Cadaqués, Girona, España
Superficie habitable: 263 m2
Fotografía: David Zarzoso
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