Varsovia se enfrenta a un creciente problema de devastación del espacio público. Cientos de pinturas ilegales aparecen en las paredes de casas de vecindad, edificios públicos e instalaciones de infraestructura técnica en casi todos los distritos y a cada paso. También los monumentos son cada vez más víctimas de los vándalos. Hace poco escribimos sobre un muro ungido en Mariensztat o una placa de Tchorek dañada en la calle Marszałkowska, y ahora hemos sido víctimas de la Casa Morisca de la calle Puławska.
La Casa de los Moros es víctima de los vándalos
El pabellón del jardín fue construido alrededor de 1780 según un diseño de Szymon Bogumił Zug. El edificio sobrevivió a las particiones, pero sufrió daños durante el Levantamiento de Varsovia. La reconstrucción no se completó hasta los años 60. Hoy, a pesar de su inscripción en el registro de monumentos y de su inestimable valor arquitectónico e histórico, es incapaz de protegerse de la creciente ola de vandalismo. En los últimos seis meses, la fachada y la carpintería del edificio han sufrido varias pintadas. El edificio ha sido sometido recientemente a una costosa y laboriosa renovación, para la que la ciudad ha destinado más de 800 000 zlotys.

Costosa lucha contra la devastación
Los costes de eliminación de los efectos de este tipo de vandalismo son elevados y pueden alcanzar decenas de miles de zlotys. Sin embargo, la mayor pérdida es la destrucción del auténtico patrimonio de la capital y el empañamiento de su imagen. Toda intervención de conservación debe ir precedida de acuerdos de conservación detallados, y la eliminación de la pintura de las superficies históricas es una tarea que requiere el uso de tecnologías y medios especializados. El efecto de los trabajos es a veces insatisfactorio, ya que algunos de los daños dejan huellas permanentes que no pueden eliminarse por completo.
Falta de protección y vigilancia eficaces
Según la legislación vigente, la destrucción de un monumento se castiga con una multa y a veces incluso con penas de prisión -de seis meses a ocho años-. Sin embargo, sigue siendo poco frecuente encontrar y castigar a los autores. Esto se debe a que en Varsovia no existe un sistema de vigilancia especializado, que abarque sólo los edificios históricos, es decir, los más valiosos. Mientras tanto, las más de 500 cámaras de la ciudad se centran principalmente en el control del tráfico y el orden público. A pesar de los repetidos llamamientos para mejorar la protección de los elementos más valiosos del paisaje de la capital, no se han introducido soluciones eficaces.

Centro desatendido, pero no sólo
El problema de los «grafitis» ilegales se les está yendo de las manos a las autoridades de Varsovia. El fenómeno ya no se limita al centro de la ciudad, famoso desde hace años por este tipo de vandalismo. También aparecen garabatos en las calles de otros distritos, como Mokotów, Solec y Ochota. Los delincuentes garabatean en los muros de las iglesias, las vallas de los parques, los puentes, los viaductos, las escaleras, las fachadas de las escuelas y los patios de las casas de vecinos. No hay santidad para ellos y se sienten impunes, aunque actúen bajo la atenta mirada de la policía municipal y de la policía. ¿Es sólo en teoría?
La Casa de los Moros y otros monumentos: ¿la devastación como norma?
La Casa de los Moros, recientemente reformada y ya vandalizada, es un claro y triste ejemplo de lo frágil y vulnerable que puede llegar a ser el legado material del pasado. Su fachada manchada, como la de muchos otros lugares de Varsovia, muestra la fragilidad de los actuales esfuerzos de conservación. Sin una reacción decidida, la introducción de mecanismos eficaces para contrarrestar el vandalismo y la aplicación efectiva de sanciones realmente severas, la destrucción de edificios históricos continuará. De este fenómeno se ocupa Wnerwiona Syrenka, un perfil de Facebook que denuncia y reprocha a las autoridades de la capital su ineptitud y su creciente desorden estético. Sus fotografías, que documentan el desorden de Varsovia, son muy populares y se comentan en gran número. ¿Quizás esta forma de llamar la atención sobre la magnitud del problema provoque un cambio real?
Fuente: Wnerwiona Syrenka, nowawarszawa.pl, portalwarszawski.com
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