fot. Sturm, wikimedia, CC 2.0

Una iglesia con forma de montículo de hormigón. Catedral de Río de Janeiro

La Catedral Metropolitana de San Sebastián de Río de Janeiro es una de las iglesias más recónditas del mundo. Diseñada en la década de 1960, la catedral tiene forma de montículo gris y se alza en medio del centro de la ciudad, de estilo modernista tardío. A pesar de su base circular, la forma pretende asemejarse a las pirámides escalonadas mayas. En el interior, llaman la atención los ventanales de 64 metros de altura con coloridas vidrieras.

Otro templo se alzaba antaño en este emplazamiento. La iglesia patrona de la ciudad sustituyó a una catedral barroca del siglo XVIII. La antigua catedral fue el lugar de coronación de los reyes de la dinastía portuguesa y, más tarde, de los emperadores de Brasil. Con el tiempo, la hermosa iglesia carmelita se quedó pequeña para acoger a la creciente población de Río de Janeiro. El arquitecto Edgar Fonseka fue el encargado de construir una catedral moderna y espaciosa.

Fonseca fue alumno del arquitecto más famoso del modernismo brasileño, Oscar Niemeyer. Entre otras cosas, el arquitecto es conocido por diseñar la nueva capital del país, Brasilia. Por ello, el aspecto de la catedral es similar al de otros edificios del centro de Río de Janeiro y de Brasila. Finalmente, la construcción del templo terminó en 1979.

Colores del hormigón

Las largas líneas brutalistas del edificio dejan al descubierto el hormigón, creando la imagen de un gran montículo o refugio. Desde el exterior, es un edificio de 75 metros de altura de riolita gris con ocasionales desniveles de cristal. En el interior se encuentra el gran vestíbulo. Aunque las paredes son grises, el color lo aportan las vidrieras de las cuatro ventanas altas. Las vidrieras son multicolores, pero cada una de las cuatro ventanas tiene su propio color dominante. Hay una ventana verde detrás del altar, una roja a la derecha, una azul sobre la entrada y una amarilla al final. Los altares simbolizan los cuatro atributos de la Iglesia católica: una, santa, católica y apostólica. A la luz del sol, el interior se llena de color. Junto a la catedral, el arquitecto aún colocó un esquelético campanario.

La nueva iglesia puede albergar hasta 20.000 personas, pero el aforo es de 5.000. En el techo se colocó una claraboya en forma de cruz griega. El techo, así diseñado, simboliza la presencia de Dios cayendo sobre el hombre. Al entrar en la catedral, es imposible evitar el contacto con lo sagrado. Además, una cruz de madera cuelga sobre el altar. El detalle se suspendió de cables de acero.

foto de Tung Wong, wikimedia, CC 4.0

Nuevo estado

El simbolismo del edificio también está vinculado a la separación cultural brasileña. En concreto, se trata de la separación del pasado colonial asociado a Portugal. La nueva catedral, al igual que la nueva capital, pretendía enfatizar la nueva era independiente de Brasil. El gobierno del entonces presidente Juscelino Kubitschek se caracterizó por la mencionada independencia y nacionalismo del país. De ahí la referencia a las construcciones de los pueblos precolombinos.

Como curiosidad, cabe mencionar que el Papa Juan Pablo II visitó el templo en 1980. La visita papal se conmemoró con una estatua de Juan Pablo II frente al edificio.

La Catedral Metropolitana de São Sebastião es el sello del nuevo centro del nuevo Estado. A día de hoy, sigue siendo la principal iglesia de los católicos brasileños. El aspecto inusual del edificio puede asombrar o repeler, pero sin duda es un hito por el que es imposible pasar indiferente.

Fuente: Cosmopolitan urbanism

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